Recuerdo que cuando tenía 8 años comencé a ir solo al colegio. Era un gran paso porque hasta entonces mi madre siempre me había acompañado de la mano. Era la época en la que las mujeres apenas tenían protagonismo en el mundo laboral y se ocupaban 100% a las labores del hogar. Un trabajo doble. Por eso, siempre recuerdo que cuando iba al colegio me fijaba en las tiendas que había durante mi camino. Me imaginaba cómo serían las vidas de cada uno. Aunque el que más me llamaba la atención era una tienda de disfraces.
Me acuerdo perfectamente que el dueño era el señor Mariano. El típico hombre con su bigote, serio pero que cuando cogías confianza era un encanto. La verdad es que yo era un loco de los disfraces, me encantaba disfrazarme siempre que podía y claro, cuando tenía cinco minutos libre pues lo que hacía era meterme en su trastienda para ver todos los disfraces que tenía. Más de una vez me regalaba algún detalle. Por ejemplo, recuerdo un sombrero de vaquero, un antifaz de Spiderman o una espada de pirata. La verdad es que eran unos tiempos en los que había mucha más relación entre el comercio local y los vecinos del barrio. Ahora mismo es impensable que un niño de 8 años pueda hacer eso.
Pues bien, el tiempo fue pasado y yo creciendo. Y cada vez veía que menos gente entraba a la tienda del señor Mariano, y yo me preguntaba que quién serían las personas que compraban. Es cierto que en fechas señaladas, por ejemplo carnavales eso era un trasiego de clientes, pero en el resto del año. Pues bien, un día me contó que en fiestas de la ciudad también se vendía mucho, y que siempre había alguna fiesta privada o en los colegios donde podía hacer su agosto. Aunque es cierto que él comenzó a notar un repunte en la fecha de Todos los Santos. Y lo llamo así porque Mariano es un hombre nostálgico, de los de otras épocas que tiene claro que no le gusta eso de Halloween. Ahora Mariano ya está jubilado pero tengo claro que estaría alucinando con la cantidad de disfraces que se venden para esta fecha y, sobre todo, con la evolución que han tenido las tiendas de disfraces.
Un claro ejemplo lo tenemos en La Casa de los Disfraces, una empresa que ha sabido amoldarse a los nuevos tiempos y ser una tienda especializada en todos los ámbitos. Una empresa que me recuerda mucho a la de Mariano porque desde el año 1994 se dedican a todo lo relacionado con el mundo de la fiesta: Carnaval, Halloween, Navidad, cumpleaños, despedidas, fiestas medievales, decoración con globos, Moda Flamenca y un largo etc.
Su historia
A partir del 2011 empezaron a franquiciar su marca, nació la idea de crear una red de franquicias y así poder llegar poco a poco a todo el ámbito nacional, así como enseñar esta idea de negocio a nuevos emprendedores. Durante estos casi 25 años de experiencia en el sector han ido creciendo en calidad, servicio y precio. Ahora mismo disponen de una superficie de venta entre nuestra central y las franquicias de 5000 metros. ¿te imaginas que Mariano hubiera hecho esto? La verdad es que siempre lo pienso.
Y todo lo han hecho gracias a la tecnología, a una página web donde puedes encontrar toda la temática como fiestas Halloween, Oktoberfest, disfraces de Disney, medievales, etc. Un sinfín de cosas.
Y luego, lo de la forma de enviar sus pedidos es una pasada. Todos los pedidos que realicen los clientes para comprar disfraces o cualquier otro producto y que reciban en la central antes de las 14:00 (horario España peninsular) serán preparados en ese mismo día para su expedición. Los pedidos posteriores a esa hora, se expedirán al día siguiente (laboral). Tras iniciar el proceso para comprar disfraces o cualquier otro tipo de artículo en nuestra tienda online aparecerá una casilla en la que podrá indicar el código postal en el que desea recibir el pedido, de este modo podremos indicarle el coste exacto de los portes. No obstante, normalmente oscila entre 5,95 y 7,95 para envíos peninsulares. Es decir, que en menos de dos días puedes tener el disfraz en casa.
Esto viene muy bien para esas invitaciones a fiestas temáticas que te hacen de última hora y no tienes disfraz. Ahora lo de no tenerlo ya no es excusa.