Así estamos en el mundo laboral. Acuñando nuevos conceptos, no solo de trabajo, también de síntomas de enfermedad mental leve. Desde que sufrimos ese devastador confinamiento y el teletrabajo apareció en nuestras vidas de forma acusada, han ido surgiendo temores empresariales que desembocan en este concepto tan interesante: la paranoia de la productividad. Esta paranoia que sufren los empresarios, ha generado la contrapartida por parte de los empleados: el teatro productivo.
Ambos términos de reciente acuñación, están cobrando cada día que pasa, mayor relevancia dentro del mundo empresarial. Algunos empresarios, empiezan a abogar por la supresión del teletrabajo. Queremos entender que por su propio bienestar y salud mental. Por todos es sabido que la paranoia, no trae cosas buenas. El fingimiento propio que conlleva esa teatralidad productiva, tampoco.
Nuestros compañeros de Timenet, expertos en software para el registro laboral, hacen la broma de que ahora el fichaje, se hace mediante un simple “buenos días” en el chat del canal del trabajo. Para los que nos somos teletrabajadores al uso y formamos parte de ese gremio en el que se trabaja codo a codo vía online, en vivo y en directo, vamos a explicar el porqué de esta broma.
Parece ser que, al inicio de la jornada, todos los trabajadores que están en remoto deben abrir su propio chat que les comunica directamente con los mandamases y compañeros. Una serie de simbolitos en la interfaz del programa, avisan al resto de compañeros, incluidos los superiores de quien esta conectado y quien no. Como existe la posibilidad de estar conectado y a la vez, ausente, hay que fichar, saludando a todo el mundo: buenos días, Juan; buenos días Lola… Unos a otros hasta que todos están en su lugar, es decir, el sofá de su casa.
Ese es el ritual de fichaje actual cuando el entorno laboral, es virtual.
Productivo, pero con desconfianza
Esa es la tónica diaria que se impone en esta modalidad de trabajo. No importan los datos, no importan los resultados. La desconfianza impera y los trabajadores, se agotan. La paranoia productiva es fruto de la desconfianza que poseen los jefes respecto de sus empleados. Cayendo en el error de que, los trabajadores rinden más, trabajando bajo la presión que supone, tener al jefe delante y encima vigilando todos sus movimientos y dándole las directrices y coordenadas pertinentes.
Craso error. Nada más lejos de la realidad, pues esta ampliamente demostrado que un trabajador contento y feliz, es un trabajador eficiente. Si tienes a tu currito, trabajando cómodamente desde su casa, eliminado el estrés que supone para algunos, ir al trabajo por problemas de conciliación entre otros, este, estará más relajado y trabajará más y mejor. Se convertirá en un empleado más eficiente.
Sin embargo, esta paranoia productiva es contagiosa y los trabajadores, conscientes del temor de sus jefes y el nivel de acecho que ponen sobre los trabajadores en remoto, se buscan las vueltas para parecer, todavía, más productivos. ¿Cómo? Creando su teatro de la productividad. Siempre online, siempre en verde, siempre trabajando, siempre dispuestos. Algo que realmente, es imposible. No se puede permanecer conectado al cien por cien, durante toda la jornada. Algún momento de ausencia debe haber… que a todos nos llama la naturaleza o el estomago nos pide alimento. Tú momento de descanso lo tienes igual, aunque trabajes en tu casa.
Los datos recabados mediante encuestas y estudios al respecto, han arrojado una luz positiva respecto a la productividad laboral en el teletrabajo. La mayoría de las empresas han ganado en ella, pues sus trabajadores, pueden realizar todas las funciones que desempeñan en la oficina desde casa sin ningún problema. Algo que les reporta bienestar y tranquilidad.
En datos económicos, las empresas también, al parecer incrementan sus beneficios, gracias lógicamente, a ese incremento en la productividad y eficiencia de sus trabajadores. Sin embargo, las empresas desconfían. Los trabajadores, perciben esa desconfianza.
No es una novedad, ni una falacia que la gran mayoría de los trabajos de oficina, pueden realizarse desde cualquier lugar. Siempre y cuando dispongas de lo necesario para desempeñar tus funciones, es factible. Abogados, ejecutivos, teleoperadores, etc. pueden trabajar en las mismas condiciones desde una oficina, despacho o cubículo. Van a hacer lo mismo, atender a sus clientes y elaborar sus informes, por ejemplo.
Tal vez hace unas décadas, salvo en el sector de las comunicaciones, donde los teleoperadores ya podían ejercer su trabajo desde casa, no fuera posible. Ahora, gracias a la tecnología, no solo es posible si no que es necesario en muchas ocasiones. Internet facilita mucho todo este tipo de tareas. El teletrabajo es una realidad factible que, en los últimos años, ha demostrado su fiabilidad. Sobra decir que el empleado irresponsable, lo será tanto en su casa como en la oficina.
Vigilancia extrema e innecesaria
Muchos de los trabajadores encuestados, sienten la vigilancia constante de sus superiores a través del ordenador. Preguntas de tanteo continuas, llamadas de atención para ver si están frente al ordenador y ese tipo de cosas que no imaginabas que podían pasar en este tipo de trabajo, pero pasan.
Una gran parte de los jefes, desconfían. Recelan y dudan de que sus empleados, estén verdaderamente trabajando en sus hogares. Sienten como si les estuvieran tomando el pelo y de ahí, el control constante.
Ahora bien, si ya estando en tu oficina, despacho o lugar de trabajo, resulta incomodo sentir clavada en tu espalda, la mirada acechante del superior. Estando en casa, el peso debe ser mayor, pues ahí, no hay nadie observando, pero saben perfectamente lo que estas haciendo.
No es cómodo trabajar en dicha circunstancia. Sentirse observado no es positivo ni ayuda a la productividad. Tampoco es sano pensar que tus empleados no están trabajando todo lo necesario cuando los datos y los hechos, demuestran que sí.
En cualquier caso, estos dos conceptos que apuntan maneras para convertirse en verdaderos motivos de consulta al especialista de la salud mental, deberían ponerse en observación y tratar de erradicarlos lo antes posible. El teletrabajo es una realidad plausible, aceptable y beneficiosa en numerosos sectores. Ya que se ha dado el paso para implantarlo, no reculemos y sigamos adelante. Es bueno para todos. A los empresarios un poco de confianza en sus empleados no les vendría mal y a los empleados, que dejen el circo y se pongan a trabajar sin fingimientos.