Que la tecnología es una gran aliada de la medicina no es ningún secreto. Los grandes avances que han tenido lugar en los últimos años, están cada vez más presentes en las consultas médicas. A nivel exploración, los aparatos para realizar diagnósticos son cada vez más precisos y menos invasivos. A nivel quirúrgico, la tecnología nos regala cada día más opciones para que las operaciones sean lo menos invasivas posible, resultando de este hecho que el paciente goce de una mejor y más pronta curación.
La mayoría de los campos y ramas de la medicina se benefician de todos estos avances. Tal vez donde más evidente sea este uso tecnológico sea en el terreno de la odontología. Sin embargo, dentro del campo de la oftalmología, cuentan con un gran aliado: la Inteligencia Artificial (AI). De este tema, hemos hablado con los profesionales de Estética Ocular, quienes auguran un futuro prometedor a la cirugía estética ocular y a la oftalmología, gracias a la ayuda de la tecnología.
Gracias a esa extraordinaria capacidad con la que cuenta la inteligencia artificial para procesar y analizar ingentes cantidades de datos a una elevada velocidad, la tecnología con la que cuenta, se está implementando en medicina para acelerar todo lo relacionado con el análisis de las imágenes, la investigación científica e incluso el desarrollo de nuevos fármacos.
Todas las especialidades médicas, se benefician en mayor o menor medida de estos avances, pero son tres las que más provecho están sacando de la inteligencia artificial en la actualidad: la dermatología, la radiología y la oftalmología. Dado que los ojos son unas partes del cuerpo con mayor complejidad a la hora de realizar diagnósticos o detectar patologías, así como a la hora de practicar ciertos tratamientos, la inteligencia artificial esta siendo de gran ayuda en la clínica ocular. Al tiempo que mejora sustancialmente la precisión de las lentes intraoculares que los oftalmólogos utilizan en sus intervenciones quirúrgicas.
Patologías detectadas por la inteligencia artificial
En la actualidad, a lo largo y ancho del mundo, se encuentran unos cuatrocientos veinticinco millones de personas que padecen diabetes. Esta incidencia, incrementa cada año. Esta patología endocrinológica, es causa directa de la ceguera en adultos. La diabetes genera retinopatía diabética, una patología ocular que, si no se trata a tiempo, conduce a la pérdida de visión.
Para evitar la pérdida o minimizarla, lo fundamental es realizar un diagnóstico precoz. Según los datos no existes suficientes oftalmólogos para atender a los enfermos de diabetes y poder hacer ese diagnóstico en el momento crucial.
La inteligencia artificial, puede llegar a cambiar este hecho. Desde la atención primaría se puede realizar ese diagnóstico precoz. El primer dispositivo basado en la inteligencia artificial, capaz de detectar esta patología se esta utilizando en las consultas de atención primaria con objeto de que si se encuentra algún indicador de la enfermedad, el paciente sea derivado al oftalmólogo.
Este avance puede contribuir, a una mejoría en el diagnóstico precoz de numerosas patologías oculares. No solo la retinopatía diabética es susceptible de ser diagnosticada por la inteligencia artificial. La degeneración macular, enfermedad silenciosa que pasa inadvertida hasta que la visión se ve demasiado comprometida, puede ser diagnosticada de forma temprana, gracias a la inteligencia artificial. Los avances dentro de este campo, conducen a unos resultados que incluirán en un futuro cercano, el mapeo y la medición del progreso de la patología.
Los ojos nos juegan malas pasadas a menudo, las patologías que puede presentar la visión son en muchas ocasiones, de curso silencioso. Como sucede también, con el glaucoma. Debido a la ausencia de sintomatología que presenta esta patología, solo los oftalmólogos con más experiencia cuentan con mayor facilidad para su detección. Gracias a los dispositivos de inteligencia artificial, el glaucoma podrá ser diagnosticado de forma temprana. Al mismo tiempo se están desarrollando dispositivos portátiles que tendrán la capacidad de medir la presión intraocular a lo largo del día y enviar la información al especialista.
Lo cierto es que la inteligencia artificial es una realidad. Existe y se aplica en numerosos campos como ya hemos podido observar. Sin embargo, se trata de algo todavía en terrenos experimentales o con poca implantación debido a los altos costes que conlleva. La AI requiere de grandes inversiones para poder llegar a todas partes y ser utilizada de forma habitual en la detección precoz de enfermedades.
No obstante, si estos son los avances, la inteligencia artificial promete y mucho. Sus aplicaciones dentro del campo de la estética ocular, aportando mayor precisión en las intervenciones serán pronto un claro ejemplo de ello.
Entendiendo el funcionamiento de la AI
La inteligencia artificial reviste una gran complejidad. Para comprender como puede aplicarse a la medicina, vamos a intentar profundizar un poco en su funcionamiento. Estos sistemas, replican el funcionamiento de la mente humana, aprenden a identificar patrones y a hacer asociaciones de ideas como los seres humanos. Un ejemplo sencillo: si se diseña un sistema de inteligencia artificial para identificar rostros de personas, en primer lugar, hay que proporcionar a dicho sistema miles de imágenes con rostros de personas de toda edad, sexo y condición para que se aprendan todas las características que posee un rastro humano. Con independencia de las diferencias entre esos rostros, cuando el sistema vea un rostro humano, será capaz de identificarlo como tal. Una vez la base de datos cuenta con la información suficiente, se lleva a cabo un entrenamiento de aprendizaje en el que la inteligencia artificial recibe imágenes de animales, muñecos, etc. y debe aprender a identificar las que pertenecen a las personas.
Los sistemas de inteligencia artificial, aprenden del mismo modo que la personas: ensayo y error. Estos sistemas, de origen comenten infinidad de errores que hay que corregir. Hay que señalar al sistema cuando acierta y cuando no hasta que aprenda cuales son esos errores y porque los comete. Cuanto más se entrene al sistema menos fallos cometerá, hasta llegar al punto de no necesitar ayuda para saber los resultados que debe generar.
Para que sea posible su aprendizaje, los sistemas de inteligencia artificial, cuentan con neuronas artificiales. Estas neuronas son entidades con capacidad para recibir una serie de datos de entrada, a las que se les aplica operaciones matemáticas y funciones de activación mediante una fórmula y de ahí, genera un resultado.
Estas neuronas son un mecanismo sencillo que alcanza una extrema complejidad, cuando se pone a trabajar con otros cuatro millones de neuronas en paralelo. La creación de redes neuronales artificiales, es posible. Esto diferencia la inteligencia artificial de un programa informático. La inteligencia artificial no sigue ordenes, basan sus resultados en el ensayo y error, según la tarea encomendada y el aprendizaje previo.
En resumen, los sistemas de inteligencia artificial, están basados en datos y algoritmos matemáticos. La función que tienen es la de identificar un problema en base al análisis de situaciones previas y aprendidas. Con toda la información de la que dispone, estudia las posibles variables que se relacionan directa o indirectamente con el problema en cuestión y predicen el resultado que sea más factible. Este proceso, es al mismo tiempo, un método de aprendizaje para el sistema, que guardará la información para tener mayor capacidad a la hora de solucionar el siguiente problema.
Sabiendo todo esto, no es de extrañar que sus aplicaciones a la medicina, sean todo un avance. Las posibilidades que ofrece la inteligencia artificial tanto a la hora de realizar un diagnóstico como a la de convertirse en soporte de una intervención, son muchas.
De momento el campo de la oftalmología, cuenta con el beneficio de la AI para el diagnóstico precoz de algunas patologías. Confiemos que, en un futuro cercano, estos avances, estén al alcance de todos.